7.29.2006

Gus in the sky with diamonds

Rememorando los pasajes maravillosos vividos con mi querido amigo Gustavo Pena, El Principito, me pareció que debería publicar algo que sólo pude compartir con algunos pocos amigos.

Rendir un sincero homenaje al gran amigo - ese era el deseo que siempre alimenté, aún cuando él estaba entre nosotros. Quizás me quedan por publicar las fotos que tengo en mi archivo... ¡no sé! Quizás editar las músicas producidas en la década de 70 y que también conservé en grandes rollos de cintas. Creo que realmente soy un conservador. Pura vocación. Aquí van, al menos, las notas, con un apéndice de un hombre peregrino.

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Creo que ahora - solamente ahora - descubrí porqué pasé a olvidar el nombre del hombre. Por increíble que parezca, mi resistencia a las pérdidas (la mirada tardía de abismo que todos experimentamos en la vida) es tan grande y tan presente en mí que, por contaminación de sentidos, acabé por hacer con que el nombre del hombre fuera hacia el fondo del lago plácido del alma.

Gustavo es un gran amigo. Hermano, padre, hijo, espíritu que me animó a las bellas cosas de la vida.

¿Jazz? Digamos que "lo oí", por primera vez, acompañando su gesto elegante en el movimiento de sus manos inteligentes. Tizaba en el aire un complejo fraseado de John Coltrane; o entonces tocaba delicadamente el aire con la punta de los dedos y así me traducía el fraseado de El mar. Así comprendí la profunda arquitectura de la música.

A Frank Zappa le fui formalmente presentado en las calles eternas de Montevideo. ¡Cuántas veces nos embreñamos en infindables jam sessions, madrugada adentro, recorriendo los caminos musicales que han sido abiertos por Hendrix, Almendra, Pescado Ravioso, Led Zeppelin y Zappa... Coltrane, Benson, Wes Montgomery, Jean-Luc Ponty, la salsa maravillosa de Centroamérica y... El blues de Cris!

Sí, one size fits all, little wing!

Su incesante búsqueda, su locura, su alucinada búsqueda por si mismo, nos movilizaba a todos, sus amigos y discípulos, en una urgencia de delicadas solicitudes.

De alguna manera nos creíamos en un mundo raro. Reconocíamos, un poco asustados, los contornos familiares ahora transfigurados por la magia de la música. ¡Cómo lo amo! ¡Cómo llevo en mi alma sus delicadas preces! Mi querido niño de Dios, principito de las alturas, déjame embalarte en mis oraciones, confortarlo en el seno generoso de la vida eterna.

¡Déjame besarlo con todo mi Amor y agradecimiento!

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Esas mutaciones en nuestras vidas, tan abruptas, tan profundas, tan definitivamente definitivas... ¿Cómo llevar eso? Me acuerdo de una tarde - una tarde como tantas otras tardes; todas ignoradas simplemente - sentado en esta celda confortable cuando, de pronto, alguien irrumpe en llantos y me informa que mamá se había partido.

Nunca voy a olvidarme de Eliane, con el rostro transfigurado en dolor, un dolor reflejo, diciéndome que tenía una noticia grave. No lloré, no me desesperé, no sufrí un dolor profundo e inconsolable. No. Lo que ocurrió fue que mi respuesta a la muerte fue la vida. Note: en la noche de la partida de Doña Amélia a Helena ha sido generada. No sé cómo pude. Tampoco como ocurrió. Tampoco sé si debería... Si yo te digo que no pude llorar, aún hasta hoy, la muerte de mi madre, ¿Me creería? Sólo ahora, pasados tantos años, su imagen me viene inesperada, fuerte, como una grave noticia del alma. ¡No sé como llevar eso!

Mis sentimientos implotaron como estrellas negras, con pavesas centrípetas, recogiendo para sí cada miga, cada lágrima, absorbiendo definitivamente cada pensamiento, como si fuera posible agotarme de toda la humanidad en silencio, hasta no quedar nada más.

No pude llorar la partida de Nadir. No pude llorar. No pude llorar la partida de Bete. No pude llorar. No pude llorar la partida de Sérgio Santos, de Mário. No pude llorar. La partida de Gustavo. No pude llorar. Quizás no haya querido o podido llorar la partida de mi padre.

Todos se fueron y yo, aquí, reúno los cacos para reformar el sentido de mi propia vida.

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A veces, me siento como el alma del desierto, barrido por los vientos fríos de los recuerdos en una noche sin sueños. Un desierto que no es de desesperanza, pero instruido de la profunda comprensión del nada, de la insignificancia de nuestras existencias; un desierto cuya única sustancia es la certeza de que, por fin, ya no queda nada. Pulva et umbra.

Mis alegrías son sólo pasajeras. Veo la tarde con los ojos de quien ya se fue. Observo la gracia que se manifiesta en mis hijos, en los visos que denuncian la eternidad en baile y movimiento; nos traspasa, con fluidez sublime, imponderable, huidiza. ¡Allí está la Verdad! Pero ya se me escapa, no está allí; ¿Estará acullá? ¿Más adelante? ¿Qué hizo Dios de nosotros, seres débiles e indefensos? ¿Qué esperanza nos alimenta? Y, sin embargo, seguimos viviendo y reviviendo como si pudiéramos, por fin, vencer la última, la madre de las batallas. Pero, ¿Qué última pelea podrá existir cuando ya no hay recuerdo esencial de la primera?

No tengo nombre, no tengo edad, no tengo ciudad, no tengo lágrimas.
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"Pero cuando nada más subsistiera de un pasado lejano, tras la muerte de las criaturas y la destrucción de las cosas - solos, más débiles pero más vivos, más inmateriales, más persistentes, más fieles - el olor y el sabor permanecen todavía por mucho tiempo, como almas, recordando, aguardando, esperando, sobre las ruinas de todo lo más y soportando sin exceder, en su goticuela impalpable, el edificio inmenso de la recordación "Proust, No Caminho de Swann.

Para Sérgio, hombre de cuyo nombre me acuerdo con cariño. Londres, 15 de julio de 2004. EFJr.

2 Comments:

Blogger eteRNo NiÑoOº... said...

simplemente hermoso

2:55 PM  
Blogger eteRNo NiÑoOº... said...

Este comentário foi removido pelo autor.

2:55 PM  

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