11.06.2006

Quisiera despertar














Quisiera despertar un dia
sin voces, sin gente
sin esa agitacion en mi mente
por lo que vendra.

Tan solo amanecer tranquilo,
contento conmigo
sabiendo que Dios es mi amigo
y en su eternidad,
no me dejara caer
donde a veces caidos
quedamos solos sin oidos
miramos y ya no nos vemos
¡porque ya no estamos aca!

Quisiera despertar un dia
sin culpa, sin ira
mirando a mi hija
que mira a su hija crecer
y en esa convivencia plena del mar y la arena
'los hijos de los de esta ¡era'
puedan proseguir sin caer
donde a veces caidos

quedamos solos sin oidos
miramos y ya no nos vemos
porque ya no estamos aca.

Yo ya no quiero mas entrar en ese juego
la escencia, los egos
no escuchan ni sus propios llantos
porque no hay piedad, no hay humanidad
y dicen que la culpa es de la sociedad
que es de fulana, mengana
la culpa es esta semana de la palangana, mama

Quisiera despertar un dia.

[Gustavo Pena, no dia 20/9/2000, postou-me um e-mail com o poema supra. Tendo-o recebido pela manhã, confesso que imediatamente anoiteci e minha alma se cobriu de infinita compreensão. Meu querido amigo, ainda estamos aqui, um pouco mais empobrecidos pela sua falta, mas reconfortados pela sua memória].

11.02.2006

Íris azuis atitós

Los duraznos gritan: ¡¡te quiero!!

1984, fecha en la que George Orwell definió los límites de su locura, año de la muerte de Indhira Ghandi, del lanzamiento de Footloose 3, de los Cazadores de Fantasmas, aventuras de Tarzan e Indi Jones, Karaté Kid, año en que nuestros oídos han sido obstruidos con la nueva onda del Yes (Owner of a Lonely Heart), la energía desmadrada de Van Halen con Jump, y - ¡por supuesto! - la indefectible Cindy Lauper, dominando las FM´s de los coches perdidos en el tráfico deshumano de esta Paulicéia . En fin, año en que completaba 28 años bien vividos.

Pero algo había que secuestraba al corazón del paulistano, perdido bajo los cielos de metalurgia: ¡Los duraznos clamaban por el Tío Americano! "¡Te quiero, te quiero!". ¡Ah! Las voces aterciopeladas aún me llegan como ecos perdidos en el espacio sideral. The residual echoes...the residual echoes The residual echoes from the giant explosion (Where they said it beginned)…

"La respuesta es mi canto" - la palabra publicitada en el corazón del niño de Dios es un mensaje directo. Simplemente, me encanta la frase. Siempre consideré esta flámula la representación de un sentimiento paradoxal de que la respuesta estaba, siempre estuvo, en mi canto, en mi finca, que es individual, particular, singular y única... y, sin embargo, un canto que es, además, la expresión musical de un sentimiento colectivo.

Gustavo Príncipe se consideraba vocacional, notaba un llamado divino, se sentía "mordido por el talento". La música era la manera como él se singularizaba, si es que me entienden. De esa manera, se acercaba a Dios. Repartía el sagrado que hurtaba, como un trágico Prometeu, de la mesa celestial.

(A foto foi feita lá pelos idos de 83 ou 84, de fato. A criança é minha filha, Íris Jacomino).

Desde siempre...

Allá por los principios de 94 ó 95, Gustavo estuvo en Franca.

Ha sido un pasaje fulgurante y que nos brindó algunas fotos (que pretendo enseñarlas aquí mismo, para honrar la memoria del amigo).
En aquella época, vivía en un hotel – el en Plaza Inn de Franca. ¡Un lujo! Del décimo piso se divisaba los costados de la gran zapatería.

Gustavo se quedó aniñado al lado, en un piso de enfrente, aprovechando el lugar.

Muy bien. Yo tenía algunas costumbres muy raras. Por ejemplo, llevaba conmigo las cartas intercambiadas durante toda mi vida con los amigos. Peregrinaban en los cajones de mi modesta maleta de viaje. Cartas de toda una larga vida...

Durante la noche separé diligentemente una colección apreciable de epístolas intercambiadas con Íris y Emanuel.

En la noche siguiente, después del trabajo, un poco antes de salir, le presenté la colección. Sus ojos marearon, ojos vivos e inteligentes. Tocado profundamente - que fui hacer, ¡Dios mío! - emitió aquella mirada canina que, a veces, ponía sólo para enternecer lo más empedernido corazón. Sólo puede decir: ¡"es fuerte, tío; es muy fuerte!".

Era realmente emocionante ver empaquetadas aquellas hojitas de seda amarilleadas por el tiempo. El folio aún sostenía las letritas - caminos encaracolados de hilos, labrados con esmero y capricho. Había diseños, arabescos, trazos finitos... Nunca me olvido: hay que ser como los niños...Una carta retuvo durante toda mi vida. Con ella, recibí una foto en P&B que conservo hasta hoy. Sentados en la relva, Emanuel e Íris, mirándome largamente, comunicaban el embarazo de Eli-u. (La verdad confirmaban los sueños que tuve sobre el embarazo de la ahijada y que ha sido objeto de una carta anterior a ellos dirigida).

Increíble nuestra conexión. Supe, desde siempre, que la unión estaba bendecida por un lindo fruto. Les escribí diciendo más o menos así: "sé, porque el Señor me reveló, que Gilda está embarazada". ¡Eli-u es preciosa!